El juego nos libera de la identificación, lo colectivo nos evoca que la singularidad es siempre compartida, todo lo humano habita en todos. Cada uno con sus formas y sus texturas.
El laboratorio íntimo es un experiencia en grupo donde nos abrimos a permitirnos ser todo lo que deseamos ser, a dejarnos mostrar lo vulnerable, a interpelarnos por lo incomodo, por el reflejo del otro, a deshacernos del juicio. Jugamos con la honestidad, la confianza y la vergüenza para conocernos y liberarnos de nosotros mismos, siempre desde el gozo y el cuidado.